La estación (2023)


Cuenta una leyenda frecuentemente narrada en el ámbito de las artes audiovisuales que cuando se proyectó por primera vez La llegada de un tren a la estación de La Ciotat (Hermanos Lumiére, 1896) el público se sintió tan abrumado por la imagen de un tren a escala real dirigiéndose directamente hacia ellos que gritaron y corrieron hacia el fondo de la sala. En La estación, la ilusión de realismo se desplaza del movimiento de la locomotora hacia el detalle del simulacro. Diversas redes neuronales concebidas originalmente para ampliar, colorizar y restaurar la calidad de las imágenes son aplicadas reiteradamente sobre recortes de la digitalización del mítico filme. Estos algoritmos generan formas y texturas tendientes a una figuración pre-seteada, artificialidad que se evidencia al convertirse en materia prima de una experimentación visual cuya intención es reconstruir una imagen original que en cada iteración se devela aún más diferida e irrecuperable.