Otras historias de amor (2023)


Con tan solo un mes en la empresa, Jorge le dice directamente a su jefe Raúl, que le gusta y que quiere acostarse con él. Su sorprendido jefe, un hombre casado y con un hijo, rechaza inicialmente su propuesta, pero días más tarde y con muchas dudas la acepta. Tras varios meses encontrándose en departamentos de los amigos de Jorge, deciden alquilar uno propio para poder estar juntos. Cuando ambos están enamorados, la esposa de Raúl los descubre. Raúl intenta explicarle que los ama a los dos, pero al día siguiente la mujer intenta suicidarse.

Su hijo, Beto, la encuentra a tiempo y la lleva al hospital, pero descubre la relación homosexual de su padre al leer la carta de despedida. Todo esto hace que se desate un escándalo que llega hasta la empresa, lo que provoca que trasladen a Raúl a la sucursal de Madrid y despidan a Jorge, por lo que van a tener que separarse. Jorge conduce a Raúl al aeropuerto y los dos notaron, con el peso en el pecho que se siente con las malas noticias, que nunca habían pasado tanto tiempo en silencio. Raúl apoyó su frente contra la ventana y miró a Buenos Aires quedarse atrás, toda su electricidad haciéndose pequeña e inofensiva, una nube gris en espejo retrovisor. Agradeció internamente que a Jorge le hayan robado el estéreo la semana anterior; cualquier música hubiera resultado demasiado solemne, demasiado berreta o directamente inoportuna. Nada externo podía estar a la altura de ellos en ese momento, nada podría entenderlos, enmarcarlos.

Las avenidas demandan de uno que tome decisiones constantemente. Llenas de bifurcaciones, flechas y carteles, uno decide a dónde se dirige muchísimas veces antes de llegar. Llegaron a una bifurcación. El  Aeropuerto Internacional Ezeiza se encontraba a la izquierda. “Todos los lugares que no son el Aeropuerto Internacional Ezeiza, todo menos izquierda”, pensó Raúl. Jorge giró el volante.

La noche calurosa de febrero en que Ingrid Soler se sintió la mujer más dichosa del mundo, después de un lento avance por el pasillo atestado y estrecho del Boeing 737, llegó al 32B. Del lado de la ventana, cerca del baño: la ubicación era ideal. Después de sentarse y observar las filas del avión llenarse de cabezas y las puertas cerrarse, la mujer se alegró una vez más al notar que su asiento contiguo iba a permanecer vacío por el resto del viaje.

Martina (24)